lunes, 13 de diciembre de 2010

El cinismo de un gorbierno que persigue a los más pobres de los pobres

Aqui reproduzco la carta de un compañero, sobre los últimos acontecimientos en villa soldati y el cinismo del gobierno con los derechos humanos.

"Los asesinos y los musicos, la clase obrera y el futuro (a propósito del recital K y Villa Soldati)‏




Estas líneas surgen de la bronca por los asesinatos de Soldati y las últimas semanas por el gobierno y el dolor de estómago que me causo el recital K. El relato es parte del paisaje cotidiano de trabajo. Si les parece, reenvíen. Saludos. (por favor, no copien mi mail, por cuestion de seguridad en el laburo).


"Sin gas, sin agua y sin luz,me quedo en Lanús" entona Ignacio Copani en su "Milonga para Quedarse", mientras continúa el recital de los "Músicos con Cristina" en "el día de los derechos humanos"... al finalizar dedica su tema a la gente del conurbano, a bolivianos y paraguayos... ¿Y a los de Villa Soldati? NO, a esos ni los nombra. Ese barrio no entra en su repertorio, a pesar que los que ocupan las tierras no tienen ni gas, ni agua, ni luz, como reivindica el cantor (este es el culto al modelo K, aceptar lo posible, aunque no creo que Copani viva sin agua, luz ni gas) En Soldati para los K no esta para quedarse.

La sangre de Rossmary, Bernardo, Juan y el jóvende 19 años rematado por los fachos (y ahora desaparecido según el gobierno y la federal) en Soldati, de Roberto y Sixto en Formosa, de Mariano Ferreyra en Constitución, NO esta en las estrofas de este cantor popular, cantor de las grandes bondades del progresismo kirchnerista que de manera cínica festeja los "derechos humanos" cuando los muertos son de lado de la clase trabajadora y pobre y del otro, del lado del gobierno nacional, sus aliados K en el interior y de Macri, solo vienen ordenes de represión y muerte.

Dejando por un momento los insoportables cantos de este recital K que apesta por su cinismo (o mejor dicho, por mostrar la verdadera flor y nata del modelo Nacional y Popular, un progresismo de opereta, berreta, manchado de sangre) quiero volver a lo que me motivaba a escribir estas líneas.

No puede alejar de mi mente el recuerdo de la foto de Elizabeth, esa mujer boliviana que con su aguallo y su bebé, lloraba de bronca, de indignación, desesperada ante el vil asesinato de su esposo el día del desalojo en Villa Soldati.

Esa misma cara transmitía valentia de una mujer avenjentada por tanto andar y pelearla desde abajo, una mujer que a pesar de su penar, se atrevió a denunciar a la policía metropolitana de Macri como respondable del asesinto de su esposo. El mismo día que reprimió también la policía Federal de Crisitina.

Esa misma cara es la que veo todos los día fines de noviembre y comienzos de diciembre a las 6 30 de la mañana. En la terminal, entre aguallos, bolsos, varios chicos de 3, 4, 5 años, con sus cachetes quemados por el sol, se suben al colectivo, luego de dormir varias noches fuera de su casa -vaya uno a saber cuantos días pasaron desde que dejaron su familia- para ir a trabajar a la cosecha de tabaco. Mientras uno acomoda los papeles que le pedirán en el el trabajo,subimos juntos al colectivo: El Futuro. Un nombre creativo por parte de la patronal, pero vaya paradoja, qué futuro es el que tiene esta familia como las miles de familias de jovenes bolivianos que cruzan la frontera, algunos vienen de Oruro como Juan, escapando de la miseria, en busqueda de un futuro mejor. Pero en el tabaco a pesar que pueden juntar unos pesos, el trato de los terratenientes como el sendor Jenefes (aliado K) no es para nada mejor que el trato de los talleres textiles de Caballito. Es muy parecido al trato de las patronales del ajo. Entre surco y surco, en medio de una planta de más de metro y medio, entre moscas, mosquitos, ratas, víboras y bajo un sol que sube la temperatura a más de 35°, dejan gran parte de su día y de su vida, para reunir lo justo y necesario para sobrevivir. Otro colectivo o camión los llevará luego a la zafra del azúcar, a la cosecha de vid, del olivo, del ajo o vender en la calle.

La vivienda de un trabajador golondrina no es muy distinta a la que vemos improvisada en el parque indoamericano. Con cañas de bambu y barro, cartón, una chapa -en el mejor de los casos- improvisan un asentamiento para que su familia -5 personas promedio- transcurra la cosecha hasta fines de Enero. Un baño para todos -todos pueden ser más de 50 personas-, un agujero por el cual sale agua -"potable", dice el dueño de la finca- del cual niños y mujeres juntan en bidones agua. (un agujero,"para canilla no da el presupuesto" dice el patrón de la finca, mientras frente a este agujero tiene una cisterna que abatece a su lujosa casa que resplandece ante el racherío, "...bueno encima que les das casa y agua se quejan, encima eso hay que oir").

Ah, y el tabacalero cuenta con gas natural en su finca, para que sus estufas quemen la hoja de tabaco. Si escucho bien, gas natural en medio del campo en la provincia de Jujuy. Gas natural que las chozas de los peones -argentinos e inmigrantes- no tienen, aunque las estufas esten a metros de sus casas. Que le cuesta poner un cañito?? (otra vez más nos hace oir, su voz el patrón de la finca, "es que encima que les das trabajo, quieren gas, incluso ahora con la asignación universal, nadie quiere venir a la cosecha, este gobierno sólo junta vagos"...). Por eso habrá que reprimir, agitan las clases medias acomodadas, para que Macri y la Federal de Cristina, les dejen consumir el LCD que pagan en 50 cuotas.

El Futuro llega a destino. Bajan los chiquitos, luego la mamá y sus hijitos sonríen, el papá esta lidiando con los bolsos, que por cierto, el colectivo no tiene bodega para ponerlos, es un colectivo urbano, que hace un viaje al interior, pero nadie lo controla, eso si los subsidios del gobierno nacional llegan todos los meses a los dueños de la empresa. El futuro de esta familia trabajadora no es mucho mejor que el de su papá que va al surco. A ellos les toca jugar y acompañar a su mamá, siempre y cuando sus manitos no sirvan para juntar hojas, en los galpones donde se arman los rollos de tabajo, donde la hoja ya seca se acomoda en un palito de escoba. Ahi es donde se concentra todo el químico arrojado a la hoja y donde el aire se torna irrespirable. Dulce niñez, dice el patrón, y si no que se vuelvan a Bolivia, allá no tienen ni para comer, mientras el patrón cuenta los fajos de pesos que el gobierno nacional envían por miles a los productores y terratenientes del tabaco a modo de subsidio.

Este es el futuro que este sistema capitalista depara para los sectores más bajos y desprotegidos de los trabajadores y sus familias.

El modelo nacional y popular lo produce y lo reproduce, en el campo y en la ciudad, en la Capital y en el interior. Un modelo que acrecienta el poder y las tierras en manos de una pocas familias que usurparon a las comunidades originarias prestando servicios a la Corona Española y luego bajo el bando de los Roca o Alvarez Prado para reprimir a sangre y fuego.

Pero este modelo no es un cheque en blanco. En los trabajadores, en los inmigrantes, produce odio, odio de clase, que comienza a explotar. No hay paz, como nos pide el vice gobernador, experimentado explotador de la juventud trabajadora en su supermercado, no hay, ni puede haber paz, con los explotadores y su estado represor.

Un modelo capitalista y de entrega -esta semana llega el FMI, recordemos, eso lo festejara Copani?- que utiliza la fuerza represiva del Estado para garantizar la propiedad privada y los negocios, inmobiliarios en el caso de Soldati. Por eso no se puede confiar en el control de la gendarmería. Es la misma fuerza policial que amedrenta, abusa, discrimina, a los inmigrantes que cruzan la frontera, como lo vemos en La Quiaca, la misma que golpea y roba a los bolivianos y a los argentinos de la Puna por portación de cara. La misma que participa del narcotráfico y de la trata de mujeres en la frontera, la misma que se prepara para reprimir, como hizo en los 90´ cuando los desocupados cortaron las rutas.

Pero ni los recitales, ni las cartas abiertas, ni los deportistas, ni las Madres y Abuelas vendidas al gobierno para reconciliar al Estado genocida con sus víctimas, podrán callar a los cantos de lucha de los trabajadores y familias que siguen ocupando el parque indoamericano, aquellos pueblos originarios que aún resisten a las topadoras de los terratenientes sojeros, a las mineras y a los empresarios del turismo, y a los trabajadores que se ponen de pie y pelean contra las patronales, la burocracia sindical patotera y asesina y tampoco podrá callar la voz de los estudiantes que toman los colegios de Macri y las universidad de los decanos kirchneristas.

La solidaridad de los trabajadores del Clasistas junto a la juventud que se acercaron a Villa Soldati muestran el Futuro (vea los videos, http://www.youtube.com/watch?v=DAh2XuL4tyc&feature=player_embedded). Nos quedamos en Soldati, con los que pelean por la tierra, estamos con ellos, estamos con los trabajadores bolivianos, paraguayos, chilenos y de todo el mundo, que trabajan la tierra, la industria, en el comercio, en Argentina y en sus paises de origen, porque la clase obrera es una y sin fronteras. Estamos por la unidad de los trabajadores junto a los jóvenes y pobres, para que forjen un futuro libre de toda explotación, opresión y miseria. Lo opuesto del Modelo Nac and Pop. Ese es el único futuro por el cual vale la pena pelear y dejar la vida como hizo Mariano. Gritemos y cantemos en alto: ¡Músicos, artistas, jóvenes, pobres y desocupados con la Clase Obrera! ¡Nativa o extranjera la misma clase obrera...Y al que no le gusta se jode!"